domingo, 12 de abril de 2009

बुस्कान्दो...

Buscando…

Un buen día me di cuenta que el hombre perfecto no existía. Un buen día dejé de vestirlos de azul y subirlos a un caballo blanco. El hombre perfecto no existe, ni siquiera para mi.
Él eructa y es gracioso, el usa palabrotas cuando se enoja y me enfurece. El es egoísta y celoso. Ronca por las noches y es de pocas palabras. El es prejuicioso con la comida y cree que vivir debajo de una palmera es la única manera de ser feliz. Piensa que Mac es la mejor tecnología que existe. El cree que sus muñecos de colección algún día valdrán millones, por eso los conserva en su empaque original.
A veces me parece un sexopata alocado que solo quiere saciar su necesidad biológica. Es mejor que actué y no hable. El supone que en un futuro tendremos cuatro hijos. El cree que una buena birra es mejor que una charla existencial. El piensa que baila como Chayane. El imagina que se ama, y en realidad se detesta hasta por la forma de sus manos. El siente que la vida es una sola persona y que un anillo lo dice todo…

Realmente en todos estos “el”, son varios ellos. Ellos que pasaron por mi lado y ya no están. Que nuestros caminos se separaron por diferencias irreconciliables, por muy técnico que parezca. Un día los baje del caballo blanco y eran hombres…No príncipes.
Y es el día de hoy, después de varios años y un par de meses que me pregunto, ¿Cómo pude ser tan ciega e idealizar? ¿Cómo pude creer que cambiarían de la noche a la mañana? ¿Por qué fueron perfectos a mis ojos? Es ahí, justo en ese momento, donde el velo cae y me doy cuenta que fueron y son seres humanos. Con aciertos y defectos. Al igual que yo.

Y muchas veces me quedo pensando sentada en el colectivo o simplemente mirando por el balcón los autos pasar, e imagino el día en que te cruce, ser esperado y tan imaginado, lo último que haré es idealizarte. Lo primero será, respirar profundo y cerrar los ojos esforzándome por no verte vestido de azul. Y espero que no me veas como La Cenicienta. Soy neurótica como todos, ansiosa, verborragica hasta la coronilla y media descolocada para canalizar mis emociones. Lo veo cada vez que me reflejo en los demás. Y tal vez si leen esto piensen: “un psicólogo para esta muchacha!!!”
Pero créanme, ya lo he intentado. Y estoy enferma al igual que todos.

Estamos inmersos en un mundo consumista y superficial, donde solo somos un numero, y a veces una persona para algunos pocos. Pero me he dado cuenta que todos buscamos lo mismo. Ser amados. Y muchas veces no importa el precio. He ahí el problema…

El amor empieza por uno mismo. A saber enfrentarnos, a conocer la soledad que significa lidiar con nosotros mismos, saber amarnos, mimarnos, hablarnos y por sobre todo no mentirnos. Muchos se escapan así mismos. Muchos buscan la aprobación de otros…Y me incluyo. Pero, ¿Qué tal si empezamos a aprobarnos nosotros, sin la ayuda de otros?

Sería muy saludable y casi perfecto que la búsqueda del amor comience por uno mismo, y de ahí, seguramente el camino al “Príncipe azul, o la Princesa Encantada” sea una ruta más corta y más segura.

Y digna de transitar!!!
Nadia B
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