viernes, 25 de enero de 2013

Luis Machín: ‘Nunca dudé de esta carrera’

Mientras trabaja en La última sesión de Freud en Buenos Aires, el actor, conocido por sus papeles de malo, confiesa que prefiere los personajes sentimentales.
Por Brenda Salva para Diario Z

luis machin
Luis Machín empezó actuando en su ciudad natal, Rosario, a los dieciséis años, pero poco tiempo después viajó a Buenos Aires y comenzó una carrera que abarca teatro, cine y televisión. En su última obra, La última sesión de Freud, con adaptación y puesta de Daniel Veronese, interpreta el papel del escritor británico C. S. Lewis en un hipotético encuentro con Freud, papel que hace Luis Suárez, durante la Segunda Guerra Mundial.
¿Es cierto que no te gustan las entrevistas?
Yo lo que digo es que las entrevistas me dan la posibilidad de escucharme, como si fuese una especie de terapia, donde puedo escucharme a mí mismo hablar de mi actividad y a su vez eso me hace repensar, que es la operatoria que se produce en una sesión de terapia psicoanalítica. Escucharse y revisar algunas cuestiones más profundamente. Y en general me pone muy nervioso las notas en vivo. Me gustan mucho más las notas cuando puedo escribirlas.
¿Te psicoanalizás?
Sí, desde los 25 años.
¿Alguna vez te planteaste dejar tu carrera actoral?
Nunca. Es una de las pocas cosas que nunca he dudado, arranqué a los dieciséis y nunca barajé esa posibilidad. Tengo 44 años y en todo ese tiempo nunca dudé de esta carrera que disfruto y deseo.
Tenés a Lorenzo de cinco años y Aurora de cuatro meses, ¿cómo lográs congeniar el tiempo de la familia con tu trabajo?
Hasta ahora lo llevo muy bien, desde que nació Lorenzo, salvo en alguna que otra ocasión, ya no viajo como viajaba antes. Viajo por períodos cortos, siento que se me dificultaría la relación tiempo y familia si no puedo viajar con ellos. Me fui un día y medio a Mar del Plata y había algo que no estaba, no pude contarle su cuento a Lorenzo. Eso me sacude. Si pienso que tengo que viajar durante un mes, lo primero que siento es una sensación de padecimiento.
¿Qué tiene Rosario que no tiene Buenos Aires?
Rosario tiene la posibilidad de cierto reposo, es una ciudad chica para ser grande y grande para ser chica. Tiene una medida que está muy bien y que todavía conserva una impronta pueblerina, más allá de que es una ciudad. Tiene algo de posibilidad de encuentro y de cercanía, que es mucho más difícil que en la ciudad porteña. Rosario tiene como un cierto orgullo de serlo. Rosario mira al río de una manera más amplia, tiene la posibilidad de reposar la vista y descansar en el agua.
¿Volverías a vivir en Rosario?
No en este momento, van a cumplirse 20 años de que vivo acá, y en los viajes que he hecho no tuve la posibilidad de disfrutarla, de reencontrarme con la ciudad, son viajes que están vinculados al trabajo o al encuadre familiar, la casa de mi madre, los amigos, entonces no me puedo vincular con la ciudad desde otro territorio. Me cuesta pensar en un desarrollo profesional allá.
Con tantos años en la actuación, ¿hay algún personaje con el que te hayas identificado?
Hice tantos… (piensa). Curiosamente no tengo uno en particular, pero en general siento que me representan más los que menos se conocen. En televisión la gente reconoce a personajes que están más vinculados a los villanos. Pero me gustan más los personajes que tienen una historia más desarrollada en el aspecto sentimental, amoroso, poético. En lo personal me siento más identificado con esos papeles que con los otros. Pero estos últimos me divierten mucho, componerlos, construirlos e interpretarlos. Los tomo como un juego. Me parece que ser un verdadero actor requiere no sólo de técnica, sino de cierta naturalidad que nace en uno. Se puede estudiar mucho y llegar a algo, pero se necesita más que técnica y vocación.
¿Qué artistas nacionales ves con esa naturalidad que mencionás?
Tato Pavlovsky es un gran artista, además de médico y periodista. Cuando lo veo actuar me produce algo que no me producen otros actores, hay algo que está atravesado por un sentimiento muy poderoso que atraviesa cualquier posibilidad técnica. También Norman Briski, Cristina Banegas, Mirta Busnelli, Roberto Carnaghi, Leonor Manso, Patricio Contreras…
¿Con quién te gustaría compartir escenario?
Con Anthony Hopkins, Jack Nicholson, Charlotte Rampling, Catherine Deneuve, Susan Sarandon y Shirley MacLaine.
¿Qué destacás de La última sesión de Freud?
La obra de Freud la recibí cuando terminé de hacer la Familia argentina (en el teatro del Centro Cultural de La Cooperación), tuve un problema de salud por el cual estuve internado cinco días, me llevaron la obra al sanatorio y la leí con casi 39 grados de fiebre, yo creo que esa cuestión febril me llevó a aceptar el papel. Sabiendo que trabajaba Jorge Suárez y que la dirigía Daniel Veronese, me pareció bien aceptarlo. Me resultó muy atractiva porque está vinculado a la psicología, de hecho en la Familia argentina interpreté a un psicoanalista.
¿Cuáles son tus proyectos?
El martes 11 de diciembre finalizó La viuda de Rafael en Canal 7. Hay muchas otras series que todavía no han salido que son de la televisión digital abierta, entre ellas Las huellas del secretario, Se trata de nosotros, Diálogos fundamentales del Bicentenario”.

En pocas palabras
• Nació en Rosario hace 44 años.
• Tiene dos hijos: Lorenzo y Aurora.
• Ganó cinco Martín Fierro.
• Trabajó en La viuda de Rafael, en la Televisión Pública.

Niños envueltos

Un fotógrafo francés intenta devolver la infancia a familiares y amigos en una tierna muestra.
Glob > Niños envueltos
Cada adulto lleva indefectiblemente un niño interior, que de repente se pone a jugar a la Play y se olvida de los líos de la oficina, come golosinas sin culpa rompiendo la dieta, o bien llora como el mejor con una película de Disney. ¿Qué pasaría si en ese momento nos sacan una foto y sale a luz el niño interior? Posiblemente, nuestra cara devuelva una imagen similar a los retratos de Cristian Girotto. Este fotógrafo francés de 33 años, un día quiso ver a todos sus amigos y familiares como infantes otra vez. Los juntó para una sesión fotográfica y con la magia del retoque digital los volvió pequeñitos. Misión cumplida: inspirado por el lado tierno e inocente de la niñez, creó una serie de treinta y cinco fotografías. Esos retratos fueron agrupados con el nombre de Enfant L´Extérieur (El niño exterior), donde explora un mundo de hombres con pequitas, ojos grandes y manos regordetas. Sí, Cristian te devuelve a La Tierra de Nunca Jamás.
–¿Hay retratos tuyos aniñados?
–Sí, hay uno. Es especial, pero no está terminado. Le falta poquito, y tal vez demoró más porque soy yo, quiero verme muy parecido a lo que era de niño.
–¿Qué tienen los niños que no tienen los adultos?
–Los adultos son serios y se olvidan de cómo enfrentar la vida: sencillamente y de forma positiva.
–¿Has expuesto tu obra?
–Sí, la serie El niño exterior fue expuesta en noviembre en el evento de fotografía más importante de París.
–¿Harías retratos a la inversa? ¿Niños adultos?
Nunca se me hubiese ocurrido, pero estaría bueno probar con niños transformados en adultos. Seguro es un próximo trabajo.

La nota en: http://www.si.clarin.com/Ninos-envueltos_0_853714629.html
Más información: www.cristiangirotto.com

SLACKLINE, NOTA DE TAPA EN CLARÍN

>SLACKLINE

Caminaré sobre las cuerdas

La disciplina crece y suma: entre edificios, sobre el agua y con trucos. Cuatro equilibristas locales dan su testimonio.
SLACKLINE (Foto: Oliver Kornblihtt)
El slackline no se detiene: se renueva. Si bien su origen se remonta a los años ochenta, hoy está en su época de esplendor: la creación de grupos virtuales, el cruce entre edificios de altura, la incorporación de las chicas al deporte y la expansión de los torneos. Y eso que no es tarea fácil caminar sobre una cinta de cinco centímetros de ancho, suspendida en el aire, donde cualquier brisa imprudente amenaza con una inminente caída y algún que otro moretón en el cuerpo.
Más allá del termómetro general y de redes sociales, hay un avance concreto : falta muy poquito para su institucionalización, porque el proyecto de la primera y única escuela de slack en Argentina ya está en poder de la Municipalidad de San Isidro: sólo resta la aprobación para abrir las puertas a equilibristas.
Los herederos de una disciplina que nació de la travesía de dos escaladores del Valle de Yosemite (California, EEUU) se reúnen diariamente en distintos puntos de la ciudad porteña: Plaza Francia, Plaza Las Heras o República de la India y Libertador. El grupo de Facebook Los Locos de la Cinta, que actualmente tiene 1200 miembros activos, los mantiene conectados todo el tiempo. Pero más conexión tiene la cinta con esos cuerpos que vuelan por los aires y que por momentos, si los viera Stan Lee, seguro crearía algún superhéroe alado.

FEDERICO TRIGLIO

"El cuerpo pasa a otro lado"

Federico Triglio (Foto: Oliver OKornblihtt)
Federico Tiglio (23) tenía 20 años cuando salió a correr por los Bosques de Palermo y se topó con unos pibes que caminaban arriba de una cinta. Poco tiempo después, pasó de ser un observador a un slackliner. Y más: su hazaña es haber cruzado entre edificios altos: “Hice Highline en un edificio de gran altura, tenía entre diez y doce pisos, junto a un grupo de Slackliners que hacía tiempo veníamos entrenando. Tomamos todas las medidas de seguridad posibles, arneses de escalada y un importante sistema de tensión entre los dos extremos. Es una actividad que se está haciendo en la Ciudad, pero no lo recomendamos para los que recién arrancan.”
–¿Qué cambió en tu vida?
–En realidad, el cambio lo noté cuando el resto de mis actividades comenzaron a mejorar y eso se debía al equilibrio. Yo pensaba que la práctica quedaba ahí arriba de la cinta.
¿Qué es lo que sentís cuando apoyás los pies en la cinta?
–El cuerpo pasa a otro estado, pasa a que tu suelo firme es una línea que se mueve mucho y que vos inconscientemente estás manejando cada parte del cuerpo para que ese movimiento sea equilibrado y uno pueda mantenerse ahí arriba.
–¿Y tu experiencia en altura?
–Aunque parece que después de una o dos veces se pierde el susto, por lo menos en mi caso, nunca lo perdí.
–¿Qué es lo más extraño de esta práctica?
–La sensación más rara de todas es no tener nada debajo de los pies, es estar caminando en el vacío. La sensación que genera la altura nos juega en contra: requiere que utilicemos nuestra fortaleza mental.

JUAN PABLO VADAGNEL

"Es como una terapia "

Juan Pablo Vadagnel (Foto: Oliver OKornblihtt)
Hace equilibrio y no contento con eso pega volteretas asombrosas. Salta, da el pecho contra la cinta, se incorpora y vuela para caer en el pasto de la plaza. Juan Pablo Vadagnel tiene 33 y lo cuenta en primera persona: “Jugué al vóley, jugué al fútbol y gracias a un amigo que practicaba escalada llegué al slack. Cuando me subí, no podía quedarme parado y veía a mi amigo moverse para un lado y para el otro, y no lo podía creer. Un día me atreví, le pedí la cinta, me fui al río y pude dar mis primeros pasos con una cinta plana. Arranqué a los veintiseis y fue muy loco, porque la gente se arrimaba y se sumaba”, recuerda.
–¿Percibís cambios en tu vida luego de practicar slackline?
–Sí, todos. Me sacó de una angustia que no me dejaba avanzar ni ver con claridad el camino correcto. Es como una terapia, todos los pensamientos que tenés se borran, te enfocás en el presente. Dejás de lado los problemas de tu casa o de tu laburo. Es un deporte que requiere mucha concentración y hace que te olvides de todo.
Esto lo dice el subcampeón del torneo de Sierra de los Padres, efectuado en diciembre del año pasado.
–¿Cuánto le dedicás al entrenamiento?
–Me subo entre cinco y seis veces a la semana. Casi siempre en Zona Norte, donde vivo, pero si pinta una juntada en la ciudad, vamos y colgamos donde sea. Hay chicos por toda la capital, además está bueno porque con la práctica conocés a mucha gente, que viene a mirar, que se sube y vuelve a los encuentros.

>MARTIN ROCA

"Para entenderlo hay que hacerlo"


Martin Roca (Foto: Oliver OKornblihtt)
Se acomoda la mano, la mueve en semi círculos. Hace muy poco le sacaron un yeso que no le impidió subir a la cinta y hacer algo que rige su vida, el equilibrio. Martín Roca (26) nació en Los Angeles y, a pesar de que lleva más tiempo en Argentina que en su país natal, aún conserva el acento y cierta terminología yankee. Después de atravesar una crisis provocada por una ruptura amorosa y la pérdida de un buen trabajo, slack se coló en su vida.
Martín tiene una particularidad en el universo del slack. Es el único practicante que logró un backflip en la cinta: esto es un salto mortal para atrás, que además está registrado en un video de YouTube.
“Empecé a entrenar hace 8 años, aunque siempre hice deporte. Buscaba expresar mis emociones a través de la acrobacia y apareció el slack. Desde ese momento, le dedico entre cuatro y ocho horas a la cinta, todos los días.
Tengo un laburo de medio tiempo en una pizzería, que me lo permite”.
–¿Cómo fue tu primer cruce entre edificios?
–Las primeras personas que cruzaron edificios fuimos un amigo y yo. Cruzamos un segundo piso en Palermo, estaba abandonado y, además, era la inauguración de una peluquería de amigos. Para este 2013, mi objetivo es hacer el primer backflip en altura. No tenemos ningún rollo ni bandera política, pero logramos subir a Macri a la cinta en la inauguración del Parque de los Niños en Costanera.
–¿Cuál es la clave arriba?
–Desarrollar un buen nivel de autoconciencia. Practicar ayuda mucho y te encontrás en la cinta con tu peor enemigo, que sos vos. Empezás a escuchar tu respiración, los latidos de tu corazón, te percibís como nunca antes. Para entenderlo, hay que hacerlo.

Y Madonna también lo hizo

Madonna frente al skyline
Enrique Ruete y Luis People son los slackliners que hace muy poco tiempo se encontraron haciendo cinta con el brasilero Carlos Neto y el ruso Jaan Roose, respectivo bailarín y maestro de Madonna. La reina del pop suele bromear con Roose llamándolo The Machine. “El domingo después de haber salido con nosotros a ver La Bomba de Tiempo, Rocco lo llamó a Neto a la habitación del hotel para hacer slackline, pero él se negó diciéndole que estaba hiper cansado. No contento con eso Madonna le pidió que baje y así terminamos todos haciendo slack en un parque”, cuenta Enrique Ruete que recuerda muy bien el porte de dos guardaespaldas que le seguían la sombra a Rocco Ritchie.





Powered By Blogger