Aferrarse al pasado es tal vez una señal, un simple recordatorio de algo que
quedó inconcluso y que no se puede olvidar jamás. Cerrar los ojos y querer
volver a ese momento puede concluir en dos situaciones: quedarse estancado en
el pasado sin querer registrar un presente, o bien, juntar todas las fuerzas
del recuerdo e intentar hacer algo más o menos parecido a esa historia que
quedó en el tintero. Parecido, no igual. Nuestras arruguitas o la celulitis que
antes no estaban marcan que nada será igual, sí parecido, similar, semejante. ¿Alguien
recuerda del pasado situaciones cerradas o que ya no tienen vuelta atrás?
Dejar ir al pasado simplemente
porque ya pasó, me parece una idea burda y un tanto conformista. Pero a la vez
me pregunto, ¿por qué seguimos atado a él? ¿Por qué el músico que no fue sigue
creyendo que sacude escenarios cuando hace mil años no toca una viola? ¿Por qué
seguir creyendo que la campeona de karate es karateka cuando un auto le pasó
por encima hace más de 7 años y no volvió a lanzar una buena patada?
El tiempo pasa muy rápido y el
pasado se confunde con el presente, y a cada paso el recuerdo se aleja más y
más. Salvo aquellos que todavía nos invitan a vivirlos una vez más. Tal vez
cerrando historias, el presente sea más disfrutable y prometa un futuro con
mayor gratificación.
B.S