¿Quién no ha dicho BASTAAAAAA?
Todos y todas transitamos ese camino. En el cual parece no importar nada más y sólo nos incentiva seguir con lo que hacemos, el sueño de que algún día las obligaciones terminaran. Obligaciones de todo tipo. El laburo, los jefes, los amores que ya no son tan amores, la familia que nos tocó y ya no hay ganas de seguir tolerando. Los estudios. Los exámenes. Nosotros mismos. ¿Peor karma que nosotros mismos hay?
Conozco mucha gente, sin discriminación de edades, que lo único que los motiva para seguir laburando, son las vacaciones, el cobro del aguinaldo que va al chanchito, y el finde. He hablado con otros que, se miran al espejo por la mañana y ni se estiman. Cuentan una arruga más del ojo.
Un día dije BASTA. Sin medir consecuencias, sin pensar en el futuro ni en ningún plan. Ese día comencé a vivir. Bolso en mano, $60 mangos en el bolsillo, laburo al tacho, pareja de ese momento dejada de lado, un adiós a mis amigas y un llanto para mi familia.
Sólo fueron 380 Km. de casa, solo fueron 30 días fuera de lo cotidiano.
Yo y yo sola. Alejada. Trabajando. Comiendo. Durmiendo. Llorando. Riendo. Viviendo. Pero sobretodo, sabiendo que algún día tenia que aterrizar al pasado, volver a las raíces y a mi techo. Aún no estaba preparada para afrontarme a mi misma. Pero si me conocí.
Comí muchas galletitas para no gastar plata en otra cosa, caminaba en vez de tomar colectivo, mientras me duraba la pila del mp3 Incubus estuvo ahí. No gastaba mi tiempo en el espejo, la naturalidad de los veinte-algo me toco la puerta.
Mi agenda tipo cuaderno se cubrió de nombres y teléfonos nuevos. De gente en búsqueda de otra cosa, de otros lugares. He insisto, en búsqueda de ellos mismos.
Recuerdo ese viaje al interior de uno mismo, para engañarme un poco más y saber que en cualquier momento estaré esperándome. Y aguardo a veces con ansiedad, a que mi osadía interna diga, “Basta!” y me encuentre agarrando el bolso y partiendo otra vez.
Nadia B Salva