sábado, 31 de octubre de 2009

Travesía del supermercado


Salir a comprar….No es lo mismo el lugar en el que gastemos un dineral por una bolsita de mínimas cosas. Para comprar más cantidad a menor precio nos arriesgamos por la vueltita al supermercado. Ahí empieza nuestra locura, cuando pasamos a ser distintos personajes sin querer. Cuando la intolerancia colma nuestra yugular, y somos ancianos intolerables a la espera de salir de ese loquero. Donde no reina la calma, ni menos la tolerancia.

Todo comienza cuando ingresamos y siempre tenemos encima una cartera, una mochila, o una bolsita sin sentido. Siempre hay que guardarlo en los lockers de la entrada del súper, y para ello necesitamos la bendita moneda de $1. Nunca hay monedita….

Al encontrarla ya entramos. Compramos siempre más de lo que hay en la lista. Es una ley, un hecho, siempre llegamos con una lata de champignones o una bolsita de castañas de cajú.

Al llegar a la caja, comienza la travesía. La cola siempre es larga y la paciencia de solo verla, se agota. A tal extremo que probamos de pasarnos a la caja “rápida” de un máximo de 15 productos. ¿Pero porque la caja rápida siempre va mas lenta que las cajas “normales”?
¿Por qué te das cuenta que son todos solteros los de la caja rápida? Miras el changuito del tipo de adelante, (porque tenés un embole bárbaro en la espera) y ves una caja de paty, una botellita de Quilmes, un flancito y un cuarto de queso fresco. Si, no hay con que darle. Es re soltero.
Miras el tuyo….y lo mismo.

No avanza la cola, alguien respira sobre tu nuca, y escuchas una mini guarangada producto de la intolerancia a la espera. Vos haces lo mismo, pero no te das cuenta hasta que te pasa también. Respiras mas rápido de lo normal, miras para todos lados. Y nada avanza. Te cansaste. Llegaste al embole extremo. La toma de decisión es importante. Cambias de fila. Y justo ahí, en ese momento. Tu ex fila cobra un movimiento inexplicable, y si te hubieses quedado unos minutos más, seguro ya estabas fuera del super, contento y pensando en la cena.

Pero no. Aun estas adentro, contándole la mercadería al de adelante, que para colmo le sobresalen las cosas del chango y no entendés porque tanto. ¿Con que necesidad el blister completo de gaseosa?

La próxima, me voy al chino de la vuelta, que por más que siempre me quiera enganchar una cajita de tampones extras, una pila triple A, y un shampoo que nadie conoce, por lo menos no hay cola…Y en 10 minutos estoy de regreso en casa.

Por Nadia Brenda Salva
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