Quiero denunciar toda la angustia que me acecha. Tengo una mezcla de sentimientos que se desprenden por la perversidad que caracteriza a este sistema.
Nunca me convenció el discurso de estos últimos dirigentes que se llenan la boca hablando de todo el presupuesto destinado a obras en salud. Cuentan por ahí, orgullosos, que han recuperado la sala de espera de guardia del hospital Durand. Uno lo comprueba cuando ingresa y ve sillas nuevas, las paredes pintadas y una pequeña cabina para el personal administrativo.
Recibí una lamentable llamada de un ser querido. Tenía programada mucho tiempo una cirugía de alta complejidad en su corazón. La llamaron temprano por la mañana, para avisarle que estaba postergada por “tiempo indeterminado”, ya que el aparato imprescindible para esa intervención se había roto. Y le dijeron que quizás se arreglaría en un lapso de… ocho meses. Esta persona no puede caminar dos cuadras seguidas, no tiene circulación en sus piernas. Espera su turno para solucionar su grave problema de
salud y continuar viviendo, por lo menos más tranquila.
He aquí, la indignación, la vergüenza, la falta de respeto de aquellos que tienen el poder, para con los ciudadanos que le brindaron su confianza a través de un miserable voto.
Ahora, ella, deambula de hospital en hospital, a la espera de que alguien se preocupe por su vida. Hace poquito, logró calmarse de tanta ira y desesperación, mientras me contaba como caminaban tranquilamente palomas por los pasillos de la unidad coronaria en el Hospital Durand.
¡Que fachada falaz, esta de los televisores plasma en las salas de espera, los nuevos asientos y la pintura impecable!
Parece que Macri, Larreta, los K, y todos estos rufianes, no son ciudadanos común y corrientes, distan muchísimo de ser verdaderamente nuestros representantes. Ahora tengo miedo, tengo ese temor de saber que miles de pesos van a parar a manos de un sindicalista matón, ¿Desde cuando un camionero tiene el poder de administrar fondos para las obras sociales, que todos aportamos de nuestro sueldo?
No quiero tener más pena y vergüenza hacia nuestro país, pero por favor, miren al pueblo. Mírennos a los ojos y no mientan más.
Nadia Brenda Salva
