viernes, 19 de febrero de 2010

LA VIDA DE UNA PLAZA MUTILADA

El Bicentenario es la próxima fiesta. Es un nuevo cumpleaños de aquel hecho que todos estudiamos en la escuela. En el día en el que un par de personitas con las gónadas en su lugar, pelearon por una independencia y la propia gobernabilidad. De pronto, un lugar dependiente de otra potencia, se convirtió en autárquico, en maduro y libre.

Supuestamente era el inicio de otra historia, el inicio de la toma de decisiones y la elección de nuevos rumbos. Esto era supuestamente. Pero henos aquí, doscientos años después de un suceso que parecía tener futuro, convertidos en la masa experimental que hace dos siglos, algunos pocos pensaban en nuevo mundo. Hoy, sin ser pesimista, sin pertenecer a ninguna doctrina religiosa, política o social, veo a mi entorno y percibo muchas clases de avances. Avances en delincuencia, ingeniosas técnicas de persuasión por parte de docenas de dirigentes políticos, increíbles maniobras de fraude y lavado de dinero, observo detalladamente el trabajo fino que se toma cada violador para con sus victimas, veo progreso en la inseguridad y penumbra en la salud. Observo detenidamente como la educación se va a pique y ninguno deja de improvisar nuevas alternativas, o supuestos mecanismos de innovación. Algunos dicen: -que se lleven más materias, esto menguará la deserción escolar. Otros reclaman: -más planes o paramos el país, y podemos comenzar con la previa. Inmovilizando media Ciudad de Buenos Aires. Por ahí, se escucha que el máximo poder del país (y obviamente no es Bergoglio), aconseja comer carne de cerdo para pasarla mejor en la cama. ¿Qué habrá querido decir? ¿Qué a ella le funciona y por eso, pase lo que pase en su Nación, conservará la calma y la paz? ¿Qué quiere decir eso de “no viajo a China porque el Vice no cumple correctamente su papel”? Estamos sacando trapitos al sol me parece…

Luego, para continuar con los festejos del Bicentenario, alguien que “dirige” la Ciudad de Buenos Aires, se cansó de cometer furcios y para festejar a lo grande su reivindicación, optó por hacerle un favor a la emblemática plaza de Pappo -o conocida como Plaza Roque Sáenz Peña- y “podó” el centenario ombú que refrescaba con su sombra las tardes de mates y biscochos en el pasto. Así es, puse la palabra “podo” entre comillas. Porque realmente no se le cortaron las hojitas al viejo ombú, sino que se lo asesinó en múltiples partecillas. Una sierra en manos de un o unos, incompetentes, poco a poco fueron matando el verde de esas hojas y reemplazando la vida por muerte. Tal como debería ser la premisa o el slogan de este pronto bicentenario. Maldita sea la ignorancia de tantos que tomaron el poder y los que se creyeron con la autoridad suficiente como para hacer semejante acto de vandalismo. Y si, es vandalismo. Prefiero mil veces pensar que un graffiti en una pared es arte. Si contar… la línea A del subte, está forrada con graffiti de ingeniosos artistas del aerosol.

Pero, ¿y ahora? ¿Qué quedó de un pobre ser vivo mutilado? ¿Dónde están todos esos grandes brazos que nos daban oxigeno y cubrían de los rayos de sol? ¿Quién cree que tiene tanto poder como para arrasar con lo que le obstruya el camino? ¿Esta era la tierra de la libertad? ¿Y el respeto por la vida cree que es solo aplicable a un feto en plena gestación? Vida es aquel ser vivo que solo esperaba que la lluvia lo riegue sin pedirle nada a cambio. Vida es ese que se aguanto lluvias, tormentas y calores extremos.

Gente, personas de verdad, vecinos con garra, con pasión, esos mismos que hace tres años festejaban la inauguración de una hermosa plaza, ahora pelean más que nunca y parece que la palabra resignación no forma parte de su léxico ni de su vida. Así lo demuestran, con años de trabajo intenso, con dinero sacado de su propio bolsillo para un espacio mejor para todos. Para hacer de un sueño en una bella realidad. Vale mirar bien dentro de los ojos que miran para construir. Son las personas las que hacen el lugar, no el lugar a las personas. Cualquiera que no crea que esto es así, que por favor, se acerque a observar o escuchar lo que un gran grupo humano tiene para decir. No son héroes aquellos con capa y que vuelan. No son héroes esos que se muestran por televisión las 24 hras. Son estos. Los que con perfil bajo buscan ser oídos y proclaman que la vida sea respetada así como cualquier ser viviente que respire. El ombú respiraba y nos daba un poco de eso con su sombra fresca los días de intenso calor.

La Asamblea de Vecinos de Villa Mitre y Santa Rita se junta, cual ritual, todos los domingos en la plaza de 11 a 19 horas. Esta gente es la que continúa luchando para que todos tengamos un lugar público donde relajarnos, tocar el pasto y ver el cielo acostado sobre la naturaleza en medio de la jungla del cemento. Este grupo humano es el que mira a los ojos de quien dirige para exigir lo que corresponde sin chuparse el dedo. Estas personas son las que denuncian la injusticia y con sudor, trabajan por un lugar mejor.

Ese era nuestro ombú. El mágico ser que custodiaba la Plaza del Carpo.

Por Nadia Brenda Salva

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