miércoles, 22 de febrero de 2012

DEJAR IR AL PASADO

Aferrarse al pasado es tal vez una señal, un simple recordatorio de algo que quedó inconcluso y que no se puede olvidar jamás. Cerrar los ojos y querer volver a ese momento puede concluir en dos situaciones: quedarse estancado en el pasado sin querer registrar un presente, o bien, juntar todas las fuerzas del recuerdo e intentar hacer algo más o menos parecido a esa historia que quedó en el tintero. Parecido, no igual. Nuestras arruguitas o la celulitis que antes no estaban marcan que nada será igual, sí parecido, similar, semejante. ¿Alguien recuerda del pasado situaciones cerradas o que ya no tienen vuelta atrás?
Dejar ir al pasado simplemente porque ya pasó, me parece una idea burda y un tanto conformista. Pero a la vez me pregunto, ¿por qué seguimos atado a él? ¿Por qué el músico que no fue sigue creyendo que sacude escenarios cuando hace mil años no toca una viola? ¿Por qué seguir creyendo que la campeona de karate es karateka cuando un auto le pasó por encima hace más de 7 años y no volvió a lanzar una buena patada?
El tiempo pasa muy rápido y el pasado se confunde con el presente, y a cada paso el recuerdo se aleja más y más. Salvo aquellos que todavía nos invitan a vivirlos una vez más. Tal vez cerrando historias, el presente sea más disfrutable y prometa un futuro con mayor gratificación.
B.S
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