miércoles, 2 de septiembre de 2009

Cátedra para el mentiroso profesional


Una de las incógnitas que tratamos de develar en esta vida, es el misterio de cómo descubrir cuando alguien miente.
Varias veces, sentimos la corazonada ó el palpito de que estamos siendo engañados descaradamente por el canalla que no para de hablar frente a nuestra yugular en estado de erupción. Creemos que es sólo nuestra sensación, y de la nada, sin querer, inconcientemente estamos detectando ciertas anormalidades físicas, que el mentiroso en cuestión sufre en ese momento. Parece ser que la química no sólo se produce con una pareja enamorada ó con alguien que nos cae mal. Sino que, también se evidencia, cuando alguien comienza a mentir, y es delatado hasta por sus hormonas.
Recordamos a Pinocho, que por más de madera que fuera, le crecía la nariz cuando mentía. De ahí se desprende, ese dicho que tanto escuchamos en la infancia. “Si mentís te va a crecer la nariz”. La que escribe, corría detrás del patio, después de una mentira, a tocarse la nariz y corroborar si realmente sufría cambios. Años después, ese dicho dejó de ser la amenaza perfecta para la mentirosa niñez. Pero no estamos tan salvados de ser descubiertos.


He aquí, las principales señales físicas que el mentiroso experimenta a la hora de hablar falazmente de lo que se le ocurra.

Una mirada que esquiva los ojos puede ser síntoma de mentira.

Al igual que la mirada excesivamente fija en los ojos del otro, es otra evidencia. De esto se infiere que el mirar para los costados es sinónimo de estar recordando algo de lo que se cuenta.
La mirada fija inventa todo lo dicho al momento de hablar.
El ponerse colorado ó sudar es otra característica de una posible mentira acuestas. Son factores que inevitablemente no se controlan.
Podemos destacar que el hablar verborragicamente es otro síntoma, ya que los silencios incomodan al mentiroso.
El niño cuando miente se tapa la boca, el adulto la nariz. Disimuladamente o no, se tapa las fosas nasales.
El mentiroso sufre de temblores. En las manos, en las piernas ó en la mandíbula.

Ahora bien, ¿Por qué y para qué mentimos?
Las mentiras son un recurso útil para salir airoso de situaciones molestas o embarazosas. Lo malo es que, cuando el mentiroso es descubierto, su vergüenza es solo comparable a la ira, la decepción del engañado.

¿Todo el mundo miente?
Aunque hombres y mujeres mienten a la par, y un sexo acusa siempre al otro de mentir más, los hombres son más descarados a la hora de inventar historias para quedar bien y evitar discusiones que de antemano saben perdidas. También son más repetitivos, por lo que muchas de sus mentiras ya son estereotipos. Cabe destacar que las mujeres, por el hecho de tener que “mentirle” a sus hijos cuando tienen corta edad, saben hacerlo mucho mejor, y la mayoría de sus mentiritas son muy pocas veces desenmascarables.

Por otro lado, ¿Qué es mentira piadosa? Se dice que son las mentiritas que están de alguna manera perdonadas, porque defienden una causa ó es para favorecer a uno mismo ó a otro.
El diccionario dice que “es la afirmación falsa proferida con intención benevolente. Puede tener como objetivo el tratar de hacer más digerible una verdad tratando de causar el menor daño posible. Suele ser utilizada simplemente para evitar fricciones innecesarias, secuelas o actitudes que pueden ser desagradables para alguien.
En política, la mentira noble es asociada con la falsedad de los gobernantes destinada a preservar la armonía social. Platón ya se refería a este tipo de mentira en La República.”

Y para darle el broche de oro, estas son las mentiritas más usadas que tenemos ambos sexos a la hora de caer “bien parados”. Anoten y ríanse cuando las escuchen decir o cuando piensen en usarlas.

“Con mi ex sólo somos amigos”
“no pude ir, se enfermó mamá”
“hoy no, tengo un velorio”
“me perdí, no llegué”
“te juro que nunca hice eso”
“es la primera vez que me pasa”
“¡te lo digo de verdad!”
“Yo te llamo”
“no tenía señal en el celular”
“por vos soy capaz de dejarlo todo”
“sólo tengo ojos para vos”
“No va a pasar nada que no quieras”
“Te prometo que voy a cambiar”
“no me esperes, tengo una reunión”

Y me quedé corta…

Por Nadia Brenda Salva



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